Un héroe entre nosotros. Artículo # 5

Cuando las manecillas del reloj señalan las nueve de la mañana, como todos los días, Jim Smith, el veterano con ojo de vidrio, sobreviviente de la guerra de Corea, llega con paso lento y cansado, vistiendo con orgullo su chaqueta negra que lo identifica como el héroe del barrio, quien fue y regresó triunfador al ganarle una batalla de vida a la guerra. Se ayuda de un viejo bastón, que ha sido su compañero inseparable por más de veinte años, desde que la artritis en la cadera tocó a su puerta.

 

Jim y yo.

Sabemos que llegó, por el olor inconfundible de su loción y por su saludo de amplia sonrisa. Viene en busca de sus pastillas para la tos y quizá sólo para intercambiar algunas palabras con nosotros, que nos hemos convertido, desde hace siete años, en los depositarios de sus eternos recuerdos de la guerra y en sus  compañeros  de tertulia mañanera, aunque sea brevísima.

 

Han transcurrido 56 años desde que el joven originario de Brooklyn, regresó de vivir los horrores de la guerra de Corea, con heridas en el cuerpo y en el alma. En el ocaso de su vida, solo y fuera de combate, sigue luchando una diaria batalla por sobrevivir al peso de los años, a la artritis reumatoide que duele cada vez más, y sobre todo al olvido.

 

Dice Jim que si Corea no lo mató, seguramente Brooklyn tampoco lo hará. Y se despide, con paso lento y cansado, se lleva sus pastillas para la tos y en el alma el sabor de la tertulia de esa mañana. Y nosotros lo vemos alejarse, perderse entre el tráfico citadino, complacidos de haber compartido un día más un poquito con este héroe entre nosotros.

Jim se aleja...hasta otro día.